Como muchos aventurados y sabios habran discernido por su propia cuenta, me encuentro disfrutando de lo vulgarmente llamado luna de miel, o periodo vacacional occidental a transcurrir inmediatamente despues de la contraccion de matrimonio.
Viviendo como vivo (y lo digo para mi propio regocijo y no para propiciar infecundas envidias) en un pequeno paraiso, como es el Sydney Harbour, o el considerado por muchos puerto mas bonito del mundo, mi Senora y yo no nos hemos podido resisitir por dejarnos seducir por el Australian Country Syde, a medio camino entre Sydney y Brisbane (dos megametropolis de la Costa Boomerang).
Perdidos en el Valle Clarence, a medio paso de ningun sitio, agarrandonos a los nachos y a los Crocodile Pies (no sabe a pollo precisamente), planteamos la inevitable interseccion entre los somnolentes desafios de la vida en pareja certificada y timbrada por un ministro religioso (la guardia pletoriana! a mi!) y las bondades amistosas del gobierno de Nueva Gales del Sur.
Aprovecho estos dias para explorar, bucear, escarbar, descubrir, tener primeras veces de muchas cosas (como el mencionado pastel de cocodrilo), con tiempo para museos locales y libros de historia (Capitan Cook, General Macquarie, Napoleon) pero sobretodo para el merecido (y enesimo pero aparentemente definitivo) punto y aparte en el anyo de nuestro senor dos miel ocho.
Como muchos aventurados y sabios habran discernido por su propia cuenta, me encuentro disfrutando de lo vulgarmente llamado luna de miel, o periodo vacacional occidental a transcurrir inmediatamente despues de la contraccion de matrimonio.
Viviendo como vivo (y lo digo para mi propio regocijo y no para propiciar infecundas envidias) en un pequeno paraiso, como es el Sydney Harbour, o el considerado por muchos puerto mas bonito del mundo, mi Senora y yo no nos hemos podido resisitir por dejarnos seducir por el Australian Country Syde, a medio camino entre Sydney y Brisbane (dos megametropolis de la Costa Boomerang).
Perdidos en el Valle Clarence, a medio paso de ningun sitio, agarrandonos a los nachos y a los Crocodile Pies (no sabe a pollo precisamente), planteamos la inevitable interseccion entre los somnolentes desafios de la vida en pareja certificada y timbrada por un ministro religioso (la guardia pletoriana! a mi!) y las bondades amistosas del gobierno de Nueva Gales del Sur.
Aprovecho estos dias para explorar, bucear, escarbar, descubrir, tener primeras veces de muchas cosas (como el mencionado pastel de cocodrilo), con tiempo para museos locales y libros de historia (Capitan Cook, General Macquarie, Napoleon) pero sobretodo para el merecido (y enesimo pero aparentemente definitivo) punto y aparte en el anyo de nuestro senor dos miel ocho.